miércoles, 18 de febrero de 2009

eso querí-a

Violeta siempre se preguntó por qué Isobel al colgar la llamada, no decía "adiós" ni "Chao-chao"; decía "cuidate", ni siquiera acompañado de papas fritas, "cuidate". A secas, una sequedad parecida a la que tiene la carne que hacía la mami de Isobel.

Quizás necesitaba la respuesta terrible:"tú también".

O más bien necesitaba que todo estuviera bien, que nadie más se cayera de una silla vintage y la acompañara en el abismo café de la autocompasión.

Una situación bastante penosa ¿no?

Violeta estaba tan cansado del sol de mediodía. Peor se ponía con Isobel a su lado, llorando porque no sabía pelar un tomate y porque todo estaba tan mal.

Llorando con las bolsas de la basura en la mano (ímplicito eh), una ruta de autocompasión hasta el basurero. Las manos de la pestilencia de la fruta podrida le secaban las lágrmas tan ácidas y desagradables como el vinagre.

El color violeta no siempre iba a estar en el pincel. Tal vez (eso quería).